Publicado en El Mundo, en la columna Mayoría selecta, el 15 de junio de 2025.

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Javier Gomá Lanzón

Que Dios exista o no es indiferente a su concepto, dice Kant, porque la existencia no añade nada a la esencia. Lo ilustra así: cien táleros reales no poseen mayor contenido filosófico que cien táleros posibles. Bien, pero ¿qué demuestra esto? Sólo la angustiosa estrechura de la filosofía, porque las cien monedas reales del ejemplo, sin valor para la lógica, valen muchísimo en el mundo real. Llamaremos mundana a una filosofía cuyos conceptos, sin menoscabo de la exactitud de la esencia, enriquecen también la existencia prestándole significado práctico. Para que cumpla esta función conviene someterla a la prueba de la oralidad. Cuando al declamar en alto prosa filosófica, cambiando la palabra escrita por la hablada y al lector por el oyente, se hace manifiesta a la vista de todos la fuerza viva y transformadora del concepto, la filosofía dicha es dichosa y el público celebra esta felicidad con un aplauso.